De la personalidad humana a la Individualidad Divina

INDIVIDUALIDAD Y PERSONALIDAD

   La individualidad humana es una personalidad auto-torturadora.
   La individualidad divina es una personalidad auto-descubridora.

El hombre no tiene que perder su individualidad y personalidad. El hombre tiene que sentir y realizar su individualidad divina que todo lo penetra y su personalidad divina y que a todo sirve. Cuando nos referimos a la individualidad, en seguida vemos que está compuesta de orgullo, vanidad, deseos, frustraciones, temor, ansiedades, preocupaciones y cosas similares. Esta clase de individualidad puede observarse en nuestra vida cotidiana ordinaria. Pero hay otra clase de individualidad a la que llamamos individualidad divina. La individualidad divina es totalmente distinta de la individualidad de orgullo, vanidad, ego, deseos terrenales, logros limitados y satisfacción limitada. La individualidad divina es una expresión directa del Divino en nosotros.

Dios es uno. Al mismo tiempo, Dios es muchos. Él es uno en Su Conciencia trascendental más elevada. Él es muchos aquí en la Tierra, en el ámbito de la manifestación. En lo más elevado, Él es unidad. Aquí en la Tierra, Él es multiplicidad. Dios es el loto, y posee muchos, muchos pétalos; cada uno representa un aspecto individual de Sí Mismo. Él está manifestándose de infinitas maneras y en infinitas formas.

Cuando nos referimos a la personalidad humana, pensamos inmediatamente en algo que proviene de nuestra conciencia física o de nuestro cuerpo físico. Una persona, con sus innatas capacidades, tendencias, talentos y todas sus características, forma un tipo de personalidad. Cuando una persona se para ante mí, su personalidad se esparce como el agua fluyendo sobre una superficie plana. Cuando pensamos en una persona o en una cosa, de inmediato nuestra propia individualidad entra en la personalidad de esa persona o cosa. Ahora mismo estoy aquí contigo; pero si mi mente me lleva hacia alguien que está en la India, mi propia individualidad se vuelve una inmediatamente con la persona que está allí. He entrado en la persona que ahora está en India, y puedo usar su personalidad en virtud de mi unión con ella. No he perdido mi individualidad, siento que mi individualidad ha sido transformada en una personalidad que penetra en todo y sirve a todo.

En el momento en que pienso en alguien, mi conciencia entra en esa persona y la llena. Cuando mi conciencia me lleva a una persona, me vuelvo parte integral de ella. Entonces expando allí mi conciencia. Cuando mi conciencia se expande, también se expande la conciencia de la otra persona. Siempre servimos en el momento en que entramos conscientemente en algo distinto de nosotros mismos.

En nuestro verdadero Ser todos somos uno. Pero en nuestro ser externo, somos multitud. Entre la ‘multitud’, vemos que el uno está sirviendo al otro; y el ‘otro’ puede no tomar una parte activa o incluso consciente en el proceso. Por ejemplo, yo estoy aquí ofreciendo una charla. Tal vez tú sientas que te estoy sirviendo con mi conocimiento y mi luz espiritual, pero deseo decirte que tú también estás sirviendo al Supremo en mí mediante tu comunión conmigo y tu entendimiento y aprecio de mi ofrenda a ti. Esto es lo que llamamos la personalidad que sirve a todo. Cuando nos paramos ante una persona, incluso aunque no tome una parte activa o dinámica en el intercambio, nuestra presencia misma constituye una parte importante de la conciencia de esa otra persona. Una persona común y corriente no entiende el lenguaje de una flor pero, cuando se para ante la flor, ¿qué sucede realmente? Ella aprecia su belleza, y la belleza de la flor aprecia su conciencia. Hay  un aprecio mutuo, un amor mutuo, un servicio mutuo.

Yo te estoy sirviendo con todo lo que soy y todo lo que tengo. Tú me estás sirviendo al volverte totalmente uno con mi conciencia. Eso es servicio verdadero. En este tipo de servicio no perdemos nuestra individualidad. Mi individualidad permanece dentro de ti, y tu individualidad permanece dentro de mí. Es la extensión de nuestra personalidad en la forma de esta individualidad ensanchada que el Supremo expresa en infinitas maneras. Aunque una diminuta gota de agua puede ser considerada una gota individual, cuando se funde en el océano infinito no pierde su llamada individualidad. Al contrario, su individualidad es expandida en una extensión infinita de océano. Cuando miramos al océano, vemos que es un ser inmenso, una personalidad enorme que posee dentro de sí billones y billones de seres vivos. Es un ser vivo en sí mismo. Fundiéndose en el océano, la gota se vuelve tan grande como el océano. De un modo similar, cuando entramos con nuestra individualidad en nuestra personalidad divina, vemos que nuestra individualidad es transformada en la personalidad infinitamente vasta y todo penetrante del Divino.

Universalidad no significa ni puede significar una extinción total de la llama individual ascendente en el corazón humano. Al contrario, cuando el individuo se trasciende a sí mismo en el proceso continuo de universalización, tendrá entonces la plena seguridad de habitar en los reinos más profundos, más vastos y más elevados de la Luz, la Paz y el Poder, y sólo entonces crecerá hasta convertirse finalmente en su propio ser verdadero, su Ser eterno.

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Pregunta: ¿Mantendremos la individualidad o la perdemos cuando realicemos a Dios?

Sri Chinmoy: Dios no quiere que desechemos nuestra individualidad, pero la individualidad ordinaria y la individualidad real y divina son dos cosas diferentes. Dios Mismo es, al mismo tiempo, uno y múltiple. Él es uno, pero en el ámbito de la manifestación se ha vuelto muchos. Él ha seleccionado a cada persona como Su instrumento escogido; es decir, cada alma humana es Su instrumento escogido. Esta clase de individualidad divina que Dios nos ha dado no es la individualidad ordinaria que está determinada por el ego: “yo soy esto, tú eres eso”. La individualidad de Dios es una manifestación única de Su Realidad. No hay ningún conflicto, ninguna envidia, ninguna batalla, ninguna pelea. Dios Mismo Se está manifestando de una manera única en ti, en mí y en otros. Esa clase de individualidad es una expresión única del Divino en Su multiplicidad. Es exactamente igual que los pétalos del loto; cada pétalo tiene su propia belleza y su propio carácter único.

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