La Improvisación al Piano de Sri Chinmoy

por Jogyata Dallas, Nueva Zelanda.

En los años 70, poco antes de que un creciente interés en la meditación cambiara el rumbo de mi vida, trabajé durante un tiempo en una mina de mena de hierro al noroeste de Australia.

Cada pocas semanas una tormenta tropical desvanecía el sofocante calor y los interminables días de sol, y por pocas maravillosas horas la intensa lluvia empapaba la tierra reseca. De la noche a la mañana la rojas colinas estallaban con flores y a lo largo de toda la noche la brisa entre la oscuridad portaba la fragancia de la roja tierra, los eucaliptos y la esencia del desierto.

Cuando oigo a Sri Chinmoy tocando el piano, de algún modo me viene este recuerdo a la memoria. Así como la fragancia ocasional de los eucaliptos evoca todavía en mí recuerdos de esos años pasados, del mismo modo las maravillosas improvisaciones de piano de Sri Chinmoy evocan la fragancia de un mundo interno, meditativo, el aguacero musical que está nutriendo los bellos y totalmente abiertos espacios del alma. Dentro de la dulzura, la travesura, el poder y la libertad de la música uno puede sentir inequívocamente algo extraordinario –para mí es un vislumbre del alma humana, una fragancia de Dios.

Numerosas personas llegarán a reconocer algún día que el vasto panteón de emanaciones creativas de Sri Chinmoy –su legado musical, literario, artístico – forma uno de los logros más notables de todos los tiempos. Uno de los secretos de este legado sensacional es que el artista ha saturado toda su creación con su propia conciencia profundamente espiritual, una fragancia que impregna todas las cosas que él ha realizado. Entre estas numerosas joyas, podrás encontrar algún aspecto, alguna estrella que será su puerta de entrada personal para la vida divina.

Alguien mirará los bosquejos de aves de Sri Chinmoy y sentirá su pureza, libertad y deleite –otro tal vez leerá un poema que tocará su corazón. Un tercero tal vez tome uno de los libros de Sri Chinmoy y en medio del conocimiento transmitido por el lenguaje, por las palabras, allí está otra vez, la fragancia de un alma iluminada, la puerta abierta que te llama, que te saca fuera entre las estrellas brillantes.

Sri Chinmoy tocando el piano de cola

Las improvisaciones de piano de Sri Chinmoy son una de mis puertas de entrada favoritas. A menudo al terminar el día, enciendo un poco de incienso, desconecto el timbre del teléfono y me hundo hacia atrás en mi viejo sillón en mi espacio de meditación. El volumen necesita estar fuerte –este es el rostro poderoso de la meditación– las veloces pinceladas del artista representando un lienzo cósmico.

Quizá al principio no parece estar sucediendo mucho. Pero si persistes un poco, escuchas con un corazón ensanchado, una mente tranquila, comenzarás a sentir algo –como si vislumbraras a través de una pequeña ventana clara otro mundo interno, más elevado. Si practicas un poco la meditación, esta ventana se abrirá toda gradualmente. Algunos días te sentirás abrumado por un sentimiento de indescriptible belleza y paz, los ojos llenos de lágrimas por esta alegría envolvente y estás teniendo la mejor meditación de tu vida.

Beethoven dijo una vez que cualquiera que entienda verdaderamente su música se liberará de la tristeza para siempre –yo creo rotundamente que cualquiera que comprenda realmente las improvisaciones de piano de Sri Chinmoy –y de hecho su música como un todo–, puede llegar a ser liberado de todas las cosas. Libre de toda coacción y limitación, libre de la mente, del pensamiento, del ego, estas extáticas interpretaciones son una música celestial de una dulzura que derrite el corazón, un sonido glorioso nacido desde la absoluta unidad del artista con Lo Altísimo.

Me siento muy agradecido a este viajero de las estrellas brillantes que vive entre nosotros por un rato, esparciendo su música, sus cantos, su poesía –este polvo de estrellas de los Cielos– y levantando nuestros ojos y corazones hacia lo alto, tocando el piano y apuntando con su música a nuestro hogar allá en lo alto.

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