Sumario - ¡Enhorabuena!

Durante esta importante primera semana habrás…

  • Establecido un lugar especial para meditar.
  • Leído atentamente los capítulos correspondientes del Manual de Meditación.
  • Practicado los ejercicios recomendados durante al menos diez minutos diarios—preferiblemente a la misma hora cada día.
  • Anotado tus experiencias en el diario.

¡Enhorabuena! ¡Has logrado completar tu primera semana de meditación asidua y diaria! ¿Has notado algún cambio en la meditación conforme avanzaba la semana? ¿Sientes alguna diferencia durante el día como resultado de la meditación? Dedica unos momentos, si no lo has hecho aún, para anotar estos cambios en el diario.

      Si no has meditado cada día, probablemente será porque no has encontrado el momento o porque te ha sido difícil habituarte. Sea cual sea el motivo, ¡no te desanimes!

“Yo no abandono, nunca abandono,
porque no hay en el mundo entero
nada que sea
irrevocablemente inalterable.”
- Sri Chinmoy

Como dijimos anteriormente, aprender a meditar es como aprender a montar en bicicleta. Recuerda por un momento cuando aprendiste a montar en bici. Al principio seguramente te caías mucho, tal vez incluso pensaste en dejarlo. Pero seguiste intentándolo, a pesar de los repetidos fracasos, y finalmente estos pasaron a un segundo plano. De hecho, todos esos fracasos eran  pasos necesarios hacia el éxito final.

¿Por qué seguías intentándolo, aún cuando fracasabas y pensabas que nunca ibas a aprender a manejar esa bici? Porque mantenías presente tu objetivo; sin duda, sabías lo que significaba montar en bici —libertad, aventura, diversión, indepedencia— y querías esas cosas con tantas ganas, que estabas dispuesto a hacer lo necesario para aprender.

Con la Meditación sucede lo mismo. Obtendrás, sin duda alguna, más paz, más amor y más felicidad en tu vida a través de la meditación. Tenlo por seguro. Aprender a meditar requiere un poco de trabajo, pero, una vez que aprendas, disfrutarás sin duda del viaje.

Pide, y recibirás;
Busca, y encontrarás;
Llama, y se te abrirá.
– Mateo, 7:7