El deseo y la aspiración

Dos trenes

Dos trenes: el tren del deseo y el tren de la aspiración. El tren del deseo comienza en la estación del hambre y la nadería y se detiene en la estación de la inanición y la frustración. El tren de la aspiración comienza en la estación de la sed de espiritualidad y se detiene en la estación del banquete de iluminación.

Si eres un pasajero del tren del deseo, quizá no sepas realmente lo que es bueno y lo que es malo para ti. Entrarás al tren del deseo sólo para sufrir. Si eres un pasajero del tren de la aspiración, no tienes que saber lo que es bueno y lo que es malo para ti, puesto que Dios mismo elige por ti. Así pues, una vez que has entrado en el tren de la aspiración, solamente prosperarás y prosperarás, tanto en el mundo interno como en el mundo externo. La prosperidad interna es el llanto sin aliento de tu corazón. La prosperidad externa es la sonrisa insomne de tu vida.

(del libro "Aspiración-Everest")

El deseo y la aspiración

La aspiración lo aprende todo a través del corazón, a través de la perfección del corazón.  La aspiración no es aprender con la cabeza; la aspiración es devenir con el corazón.  La cabeza que aprende, duda.  La duda es un veneno lento en nuestro sistema espiritual.  Extingue nuestra pureza, nuestra serenidad, nuestra realidad y nuestra profundidad.  El devenir con el corazón se basa en nuestra fe, nuestro altruismo y nuestro sentido de unicidad universal.  El devenir con el corazón acepta.  En la aceptación se hace inminente el mensaje de la satisfacción total, porque a través de la aceptación transformamos finalmente la imperfección en perfecta Perfección.  Primero vemos y aceptamos algo que no es divino.  Entonces, con la fuerza de nuestra luz interior le damos una nueva vida y finalmente lo hacemos supremamente divino.

La aspiración es la aceptación de la vida y la trascendencia de la muerte.  La aspiración es la transformación y la trascendencia de la fuerza de la muerte.  A través de nuestra aspiración tratamos de establecer un acceso libre a la vida inmortal de modo que podamos ser capaces de establecer el Reino del Cielo aquí en la tierra.  Este Reino no necesita ni puede seguir siendo eternamente imaginario.  Debe ser establecido en nuestra vida de aspiración.

Cuando profundizamos en nuestro interior, descubrimos que la aspiración es el Soplo mismo de Dios, y lo utilizamos para nuestro propio bien.  Por otra parte, la aspiración es la muerte de la ignorancia de milenios.

Cuando la ignorancia llega a su final en un buscador, Dios reclama a ese buscador en particular como Su instrumento elegido y Dios se manifiesta en la tierra a través de ese buscador.

Hay dos mundos en la tierra: el mundo del deseo y el mundo de la aspiración.  En el mundo del deseo, la frustración asoma amenazante y la vida animal reina suprema.  En el mundo de la aspiración, nuestra flor de satisfacción se abre pétalo a pétalo.  En el mundo de la aspiración, el sueño del buscador es transformado en Realidad suprema.  El buscador llega a comprender que Dios es el hombre aún no manifestado, y que el hombre es el Dios aún no realizado.  La realización del hombre y la manifestación de Dios se producen cuando la existencia entera del buscador se vuelve totalmente receptiva al fluir incesante de la Luz y la Compasión de Dios.  La aspiración prepara nuestro ser interno en nombre de Dios.  La aspiración da la cordial bienvenida y acoge a Dios en nuestro nombre.  La aspiración da la cordial bienvenida a lo divino en nosotros y completa lo humano en nosotros.  El hombre y Dios se necesitan por igual y eternamente.  El hombre necesita a Dios para realizar su Realidad trascendental.  Dios necesita al hombre para manifestarse total, integra y universalmente en la tierra.

La aspiración aligera el viaje del hombre hacia la Meta trascendental y acelera la manifestación de Dios en la tierra.  El buscador puede apresurar la Hora elegida de Dios siempre que su llama de aspiración ascienda cada día alto, más alto, altísimo.  Hoy, con la fuerza de su llama de aspiración, el buscador alcanza lo mas elevado.  Mañana, él desciende para revelar la altísima Realidad trascendental en el corazón de la humanidad aspirante.

La aspiración alberga el mundo exterior y el mundo interior, el mundo de realización y el mundo de manifestación, el mundo del ego y el universo de la unicidad universal.

Con la aspiración iniciamos nuestro viaje y con la aspiración lo continuamos.  Ya que no hay final en este viaje y ya que Dios es infinito, eterno e inmortal, nuestra aspiración fluirá constantemente hacia la Infinitud, la Eternidad y la Inmortalidad de Dios.  No hay final en nuestro viaje.  La aspiración es el camino sin fin que conduce eternamente hacia el Más Allá siempre trascendente .

Hay una sutil diferencia entre el deseo de riqueza material y el deseo de riqueza interior.  Cuando se trata del hambre interior, empleamos el término aspiración.  Es de la manera siguiente.  En nuestra vida material tenemos un coche, pero quisiéramos tener más y más.  Sólo queremos añadir, añadir y añadir a nuestras posesiones.  Esta es nuestra vida de deseo.  Pero en la vida espiritual, si tenemos una cosa, en virtud de nuestra unidad con los demás, sentiremos que tenemos todo lo que ellos tienen.  La vida del deseo acaba finalmente en frustración.  Da igual cuantos coches tengamos, da igual cuanta riqueza material tengamos, no obtenemos satisfacción.  Pero la vida de aspiración es siempre colmadora, incluso cuando sólo obtenemos una pizca de luz.  Mientras estamos meditando, si vemos de pronto un rayo de luz, podemos atesorar esta experiencia durante meses, porque lo que hemos visto es algo consistente.  La vida de aspiración nos dará el sentimiento de la Divinidad.

Cuando aspiramos intentamos entrar en algo inmenso, en algo infinito.  Cuando aspiramos durante la meditación, sentimos que el cielo inmenso nos pertenece; sentimos el inmenso océano dentro de nuestro corazón.  Y no es nuestra imaginación; es la realidad.

El deseo es nuestro afán constante de atarnos a nosotros mismos y a los demás, mientras que la aspiración es una expansión inmediata de nuestra realidad.  Con nuestra aspiración intentamos siempre liberarnos y liberar a los demás.  Cuando aspiramos, inmediatamente intentamos expandirnos; e intentamos liberar a las personas cercanas y queridas.  La aspiración nos hace sentir que nuestro verdadero logro está en la ampliación de nuestra conciencia, mientras que el deseo nos hace sentir que el verdadero logro consiste en poseer y ser poseído.  En la aspiración estamos expandiéndonos, agrandándonos, divinizándonos, inmortalizándonos.